El fumar está fuertemente relacionado con patologías graves, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, es la mayor causa de muerte a nivel mundial.
También la piel sufre las consecuencias del tabaquismo, no sólo con enfermedades graves, sino también con aquéllas que afectan a su estética.
El aire contaminado con humo seca la piel y fumar reduce la cantidad de flujo sanguíneo que llega a ésta, lo que la priva de oxígeno y otros nutrientes esenciales y provoca deshidratación en la superficie cutánea.
La piel de un fumador presenta las siguientes características:
- Arrugas marcadas, provocadas en gran medida por las contracciones de los labios al fumar y el acto de entrecerrar los ojos para evitar el humo. Las arrugas son más estrechas, profundas y con contornos bien marcado.
- Los fumadores de 40 a 49 años tienen una probabilidad de arrugas idéntica a la de los no fumadores de 60 o 70.
- Problemas de cicatrización.
- Pigmentación amarillenta alrededor de los dedos, de las manos, de los dientes.
- Cabello seco, pierde luminosidad y se vuelve quebradizo.
- Piel seca.
- Piel opaca sin vida, poca luminosidad.
- Perdida de elasticidad de la piel, con lo que conlleva estrías en la piel y falta de firmeza.